lunes, marzo 29

El reencuentro


Dos semanas y cinco tilas más tarde llegó Fran de vuelta. Ya había conseguido piso más cerca de mi casa que del trabajo, pero al fin se hacía presente. Nos miramos durante un largo rato como midiéndonos antes de lanzarnos el uno a los brazos del otro, la boca de uno a la lengua del otro. Sus manos recorriendo mi orografía, las mías buscando desesperadamente su sexo.
Pero él me paró en seco. Me empujó levemente hacia atrás, me fue desnudando con una mano mientras que con la otra sostenía las mías en mi espalda. Desabrochó, mordisqueó, deshizo hasta dejarme completamente desnuda. Así, de pie, me llevó contra la pared y subió una de mis piernas a su cadera. Mis dedos revolvían su cabello, sus labios apenas rozaban mis pezones; sus manos coqueteaban con mis nalgas, con mi ano, con mi sexo volviéndome absolutamente loca.
¿Alguna vez sentiste ser tocada tan magistralmente como una orquesta donde cada compás, cada nota va conformando el mejor y más exquisitos de los orgasmos?