sábado, abril 17

Miércoles:


Fran se levantó pronto a buscar el periódico. Yo salí a la calle a esperarlo volver. Nada más verle no pude evitar sentirme húmeda. Estaba tan guapo con su polo blanco y esos jeans desgastados…

Si parar de sonreír entramos. Una suave llovizna hacía brillar las escaleras de piedra. La habitación era acogedora. Fran no paraba de mirarme sin decir nada. Las palabras sobraban. Nos besamos suavemente, sin prisas.

La sensualidad del olor a perfume junto al olor de su piel, húmeda por la suave llovizna del exterior, danzaban en una mezcla extraña pero deliciosa.

Apoyé mi espalda sobre la pared y cerré los ojos. Los dedos de Fran jugueteaban con mi pelo también húmedo, su lengua en mi lengua, retorcidas.

Levantó despacio mi pierna sobre su antebrazo, se acercó aún más, si cabía. Sentí su sexo rocoso sobre mi entrepierna detestando sus jeans gastados. Su otra mano buscó el punto de inflexión entre mis dos piernas y dejé que el tiempo se detuviera en un suspiro intenso.

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