miércoles, mayo 5

Chasco # 2


Salí de allí desconcertada. No lo entendía muy bien. No sabía si el oriental tuvo miedo de que le pidiera una hoja de reclamaciones por malos servicios o por propasarse con un cliente o a perder su trabajo.

Caminé por la peatonal esperando calmar mis instintos mientras seguía mirando escaparates en busca de un regalo para Fran que no parecía encontrar. Comenzó a llover. Mi paraguas seguía en el coche así que me dirigí a una cafetería nueva.

Mis ojos buscaron con desesperación el lavabo. En mi despiste entré en el de hombres. Allí, de pie ante el orinal, me topé con un tío que se sonrojó, pidió unas disculpas incoherentes, se subió la cremallera y casi huyó mientras yo hacía intentos por pedirle disculpas pero sin dejar de mostrarme entre sorprendida y divertida por lo ocurrido.

Contrario a cualquier pronóstico, el hombre desapareció de mi vista. Yo giré sobre mis talones hacia el lavabo de mujeres. Bajé deprisa mis jeans y metí mi mano dentro de mi tanga calada por mis propios líquidos. No sé si fue por mi libido en su máximo punto, pero no pude evitar correrme inmediatamente lo que me llenó de frustración por segunda vez en el día.

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