domingo, mayo 30

¿Estás?


Te espero desnuda,

ardiente,
caliente,
sensual.
Te espero desnuda,
excitada,
mojada,
sexual.
Te espero desnuda.
¿Estás?



jueves, mayo 27

Conclusión


Una vez acabada la particular ceremonia del té, me pidió que antes de recoger me desnudara igual que lo había hecho antes él. Demoré más de media hora en recoger, lavar y secar a mano dos tazas … y desnudarme. Lo miré, lo recorrí palmo a palmo con la mirada. Vi su erección comenzar y crecer hasta más allá de su límite. Vi gotas de sudor resbalar por su cuello. Sentí mi humedad una vez más chorrear y una gota acariciar mi pierna. Noté mi sexo latir una vez más como un caballo desbocado, mi corazón acelerarse al punto de desear llorar de amor por ese hombre. Me contuve.

Caminé en silencio hacia el salón y mirándole a él mirarme desde la cocina me acaricié los pechos y los muslos con total ausencia de prisas o celeridades.

Se acercó a mí como un gato al acecho. Dibujó el contorno de mi cuerpo y su mano se deslizó por mi anatomía, de pie, entregada, a su merced.

Temí que fuera tarde hasta para implorar, pero vi su sexo elevado deseoso de mi. Me giró y me apoyó sobre la pared y levantó mi pierna penetrándome en cámara lenta un par de veces. Se despojó de mí y fue a sentarse al sofá. Me hizo hueco. Mientras besaba mi cuello acariciaba mi clítoris pidiéndome que mirase su mano sobre él. Deslizó sus dedos dentro de mi más profundo ser con rapidez, luego despacio hasta detenerse justo en el punto donde empieza a comenzar la vertiginosa montaña rusa de sensaciones.

Me giró dejando mi retaguardia expuesta y mojó mis partes con mis propios jugos. Metió un dedo, luego dos arrancando gemidos de dolor. Me embistió duramente mientas su dedo rodeaba mi clítoris enorme, mojado, expuesto. Grité, gemí, gocé, sufrí poniendo fin la la tortura auto-impuesta que mis fantasías habían provocado.

martes, mayo 25

Basta de masoquismo



El silencio invadió la casa. Fran duchado y vestido se acercó a mi y me miró profundamente interrogante. Sonreía escasamente. Le sonreí y serví el Earl Grey con esmero y en silencio.

Fran rompió el hechizo:

- ¿Pero es que no te apetece?

- Estoy hirviendo como el té. No te vayas a quemar.

- ¿Contigo o con el té?

- Con el té, cariño

- Entonces no te apetece…

- Yo no he dicho eso.

- ¿Entonces?

- Entonces quiero aguantarme hasta que me estallen las ganas de que me toques. Entonces quiero aguantarme hasta tener que suplicarte que me toques. Y luego desearte hasta morir de ganas de hacerlo contigo.

- ¿Y eso cuando viene a ser?

- No seas impaciente.

domingo, mayo 23

Sado no, pero casi


Cumplir fantasías está en nuestros planes desde siempre. Esa noche estaba yo a mil ya antes de que llegara Fran. Había estado leyendo blogs y eso, como ya sabéis, me pone a cien.

Me desnudé frente al espejo, me puse unas gotas de perfume donde se debe y así lo esperé, sentada en el sillón de la habitación durante una larga hora mojándome al pensar en lo que vendría. Sentía mi sexo palpitar.

Entró en la habitación y al verme comprendió (o al menos eso pensó) de qué iba la sorpresa. Le dije que no me tocara. Le pedí que se desnudara. Verlo hacerlo casi en cámara lenta me ponía aún más pero reprimí mis ganas incontrolables de tocarme o de pedirle que lo hiciera él.

Se tumbó en la cama boca abajo como le pedí. Me puse en cuatro aptas sobre él pero sin tocarlo más que con mi lengua que serpenteó sobre su espalda. Desde el tronco del cuello hasta su rabadilla. Sentí su cuerpo tensarse en ese punto. Un sudor repentino le cubrió la espalda. Se quejó, le pedí silencio.

“Miedo me das, cielo”

Seguí a mi ritmo, lentamente, de arriba hacia abajo, deteniéndome en cada detalle de sus espalda. Sentía como mi sexo se hinchaba cada vez más, como palpitaba, como seguía humedeciéndose, como una gota de flujo transparente resbalaba por mi entrepierna. Subí sus caderas lo suficiente como para poder tocar su sexo con mi mano izquierda y notarle retorcerse de placer. Acaricié su glande con delicadeza. Fran gimió y me imploró que siguiera hasta que mi dedo índice intentó penetrarle. Dio un respingo, se giró y me miró como asombrado ante mi osadía.

-Calla, date la vuelta y goza.

-Pero cielo…

- Que te des la vuelta y confíes en mí.

Increíblemente accedió a mi orden aunque no muy convencido.

Volví a ponerme en mi postura, Volví a coger su miembro ahora un poco menos erecto, Seguí lamiendo su espalda y cuando lo sentí entregado, volví a repetir mi hazaña. Fran solo gemía, saqué mi dedo índice y lo cambié por el dedo corazón mientras mi otra mano seguí su camino arriba y abajo de su miembro. Cada vez que lo notaba a punto de estallar, lo soltaba y metía más mi dedo dentro de él. Fran protestaba, yo seguía. Quería arrancarle emproperios. Me costó pero lo logré.

Seguí jugando duro con su sexo y en el momento mismo de su orgasmo más preciado metí dos dedos dentro de él arrancándole un orgasmo lento, largo, inusitado. El charco del blanco elemento quedó bajo la piel de Fran. Besé su espalda, su cuello, sus brazos.

Cuando giró complacido y avergonzado, según sus propias palabras, me vestí y bajé las escaleras para preparar algo de té.

viernes, mayo 21

Leila


La llamaré así. Quedamos en conocernos ese mismo día por la tarde. Quedamos en la cafetería de la esquina de mi oficina. Yo estaba algo nerviosa. Apareció perfecta, bella, impactante. Beso de cortesía, sonrisas, charla amena y distendida sobre los blogs, sobre la vida, sobre Fran…

Una mano rozó sinquererqueriendo a la otra. Huimos de allí. Otro bar, una barra. Manos enredándose, camarero curioso. Labios rozándose, lenguas besándose, camarero sonriente . Manos deslizándose debajo de las blusas, camarero cómplice. Un lavabo del bar fue testigo…

Sus dedos dentro de mi cremallera, los míos debajo de su falda, dentro de su sexo expuesto a la brisa de la tarde que entraba por un ventanuco. Nos besamos como dos colegialas deseosas de sexo, como dos mujeres buscando ternura y morbo a la vez. Me sentó en su falda y me arrancó el primer orgasmo. La puse de pie en y me la comí entera con su falda de sombrero y su risa de niña grande. Sus dedos me penetraron, se mojaron y me desgarraron de placer apoyada en la pared del minúsculo habitáculo. Le correspondí agachada a su merced mientras despeinaba mi pelo como pidiéndome más y marcando el ritmo.

Fran sintió no haber podido ir conmigo cuando se lo conté, así que de puro celoso, me pidió un replay en el baño del mismo bar dos noches más tarde.

miércoles, mayo 19

Melodía perfecta


-No se si te lo dije, cariño, pero el orgasmo de anoche delante de la mesa fue magistral. Sentí como si pasaras la vara de un violín sobre mi clítoris, como si tocaras sobre mi tu mejor y más grande obra maestra.

- Pues será entonces cuestión de comprarnos un violín, cielo… para poder tocar en tí la más sensual de las melodías...

lunes, mayo 17

A ritmo de bolero


Su historia con Isabel acabó allí. Me niego rotundamente a preguntarme si le hubiese gustado tener sexo con ella qué hubiese pasado. Las noches sucesivas se quedó a dormir en mi casa hasta el fin de semana. Ese viernes mientras yo preparaba la mesa para cenar, me abrazó por la espalda y acarició mis pechos sobre la seda de mi camisón. Siempre nos ha excitado el roce de la seda sobre la piel. Deslizó sus manos bajo la fina tela dejando mis pechos desnudos. Una mano acariciaba casi apenas rozando mis pezones erguidos mientras la otra bajaba a mi sexo y más que húmedo. La levedad de su tacto aumentaba mis ansias pero me contuve de girarme y de tocarlo, solo me dejaba llevar como en una danza palpitante con olor a sexo a ritmo de bolero

sábado, mayo 15

Isabel II



Puede que pasen otros hombres por mí, otras mujeres por mí, por él o por nosotros, pero Fran sigue ahí para mí y yo sigo ahí para él. Lejos, lejísimos de celos, de infidelidades inconscientes, de mentiras, de engaños o de traiciones.

La nuestra es una relación basada en la confianza real. Sé que si algún día decide volver a repetir con alguien me lo dirá y él está seguro de que le corresponderé con la misma sinceridad si me ocurre a mí. Por eso temblé esa tarde cuando me dijo que repetiría con Isabel. No fueron celos. Fue temor. Temor a perder su compañía, sus chistes, nuestras risas juntos, nuestras confidencias, su sexo, su sensualidad, su mirada de adolescente treintañero. Miedo a dejar de sentir latir su corazón tumbados en la cama o de respirar su aliento sobre mi rostro empapados en sudor. Miedo, sin más vueltas: sentí miedo.

Esta noche no vendré. Tengo una cita pendiente con Isabel. Bueno, no es seguro, según ella decida. Pero creo que esta noche no me dirá que no. Está sola en casa y seguro que se ha depilado. Jajaja.”

-Am, OK.

- No te molesta verdad, cielo?

- No, bueno, no lo se…

- Está muy sola cielo. Es solo eso. Un poco de sexo que la satisfaga un poco. Cualquier persona se lo merce.

- Si, por supuesto.

Esa noche la llevó a la salida del trabajo.

Nada más llegar a su casa, se abalanzó sobre mi sin preámbulos. Me besaba como loca a la vez que me iba desnudando. Me tiró sobre el sofá y se desnudó sentada a horcajadas sobre mi. Yo la dejé hacer porque hasta temí un gatillazo, cielo, lo prometo. Se metió todo en la boca de una, suerte que no estaba al 100% % porque se hubiese ahogado de tanta ansia. Intenté calmarla pero parecía un potro desbocado. Cabalgó sobre mí hasta saciarse. Luego se puso en cuatro delante de mí ofreciéndomelo todo. Mis embestidas parecían excitarla más y más. Cuando me corrí noté aún su cara de quieromásporfavorsigue, así que comencé a comerme su sexo despacio como para que su orgasmo llegara despacio, la relajara. Ven, cielo, que te muestro cómo se lo hice…”

jueves, mayo 13

Isabel I


Isabel es la nueva compañera de trabajo de Fran.

Tiene 10 años más que nosotros, está divorciada y tiene tres hijos. Anoche mientras la llevaba a su casa porque su coche está averiado, me contó de su divorcio complicado, de la vida con tres adolescentes, de su matrimonio tan joven y esas cosas. Ya sabes.

Le pregunté si no salía con nadie y me dijo que era imposible con los tres chicos. Que le gustaría algo esporádico sin compromisos pero que no surgía porque iba de casa al trabajo y viceversa.”

- Te la tiraste

- Si

Ya sabes. Que si no tienes sexo desde hace mucho, que si te apetece hacerlo de vez en cuando, de cómo te las apañas para pasar tanto tiempo sin sexo … y una cosa llevó a la otra. Paré el coche, le acaricié la mejilla, se sonrojó, sonrió y nos besamos. Se dejó meter la mano bajo el sujetador, suspiró como hacía más de un año que no hacía según sus palabra. Pero al bajar mi mano hasta su sexo y comprobar que estaba empapada me detuvo en seco diciendo que no estaba depilada y que le daba mucha vergüenza. Insistí y la verdad es que no puso gran resistencia cuando le metí un dedo, luego dos y después tres. No veas como se retorcía de placer, cielo… Bueno, total, que lo hicimos en el coche, yo prácticamente vestido, salvo por la cremallera baja.”

-¿ Y esta mañana? ¿te dijo algo?

-Nada, cada vez que me veía se ponía colorada la pobre.

- ¿Te gustó?

- Bueno, ya sabes, cielo. Me satisfizo, nada más.

-¿Me muestras lo que le hiciste? ¿Cómo se lo hiciste?

- Será un placer, cielo …

martes, mayo 11


Cada vez que me siento al teclado y voy recordando momentos, los revivo. Eso hace que me encienda, que sienta en la piel los resquicios que dejó Fran en mi cuerpo o quizás alguien más, da igual. El hecho es que cada vez que tecleo, que busco una foto para acompañar el post se vuelve a encender una llama cálida, sensual o lujuriosa, según se tercie.

Otras veces te imagino a ti, leyéndome, tocándote mientras me lees. Siento cada letra saliendo de mis dedos y penetrándote, sumiéndote en el mejor de los éxtasis. Estarás solo/a, pienso, como lo estoy yo cuando escribo. Mil ideas-imágenes-recuerdos tamborileando en tu mente. Imaginándome a mí, a Fran, a los demás actores de esta comedia que es la vida haciendo el amor, teniendo sexo, comiéndose, lamiéndose, deseándose. Tu imagen imaginaria también me excita, me seduce, me enloquece como las manos de Fran sobre mi cuerpo y acabo complaciendo mis instintos básicos, esenciales de mujer pensando en ti. En ti que estás al otro lado de esta conexión inimaginable, a miles de kilómetros de distancia o aquí al lado, pero pensando en mis dedos, en mi sexo, en mi… Y me desgarro de placer al saberte ahí…

domingo, mayo 9

Desenlace


Por fin me decidí por un nuevo perfume para Fran siendo plenamente consciente de la escasísima originalidad de éste, pero mi cabeza daba vueltas y no lograba concentrarme. Mi sexo volvía a arder sin remedio ni retorno.

Llegué a casa con mi frustración a cuestas esperando haber recibido algún mensaje de Fran que también parecía pasar de mí. No fue así. Nada más entrar le vi tumbado en el sofá mirando por enésima vez esa peli de acción que tanto le gusta.

- Cielo, ¡parece que vienes de la guerra!

- Mejor no preguntes …

Fran me rodeó con sus brazos y subimos a la habitación. Me preparó un baño caliente con sales y mientras yo intentaba desenmarañar mi pelo me preguntó el por qué de mi estado estilo “mujeres albordedeunataquedenervios.”

Comencé por la historia del japonés. No pudo evitar reírse a carcajadas. Ni siquiera cuando le lancé uno par de cojines a la cabeza.

- Desnúdate y ven aquí.

Me metí en la bañera y bebí de la copa que me trajo a posteriori. Estaba enfadadísima con el japonés, con el tío del lavabo, con Fran, conmigo misma…

Luego sus besos empequeñecieron mi disgusto, sus caricias bajo el agua dispersaron mi ansiedad, sus dedos en mi sexo disuadieron mi tensión … sexual. Enjabonó luego cada rincón de mi cuerpo como ni el japonés de la mirada sensual ni el tío de mofletes sonrojados hubieran podido hacer jamás.

miércoles, mayo 5

Chasco # 2


Salí de allí desconcertada. No lo entendía muy bien. No sabía si el oriental tuvo miedo de que le pidiera una hoja de reclamaciones por malos servicios o por propasarse con un cliente o a perder su trabajo.

Caminé por la peatonal esperando calmar mis instintos mientras seguía mirando escaparates en busca de un regalo para Fran que no parecía encontrar. Comenzó a llover. Mi paraguas seguía en el coche así que me dirigí a una cafetería nueva.

Mis ojos buscaron con desesperación el lavabo. En mi despiste entré en el de hombres. Allí, de pie ante el orinal, me topé con un tío que se sonrojó, pidió unas disculpas incoherentes, se subió la cremallera y casi huyó mientras yo hacía intentos por pedirle disculpas pero sin dejar de mostrarme entre sorprendida y divertida por lo ocurrido.

Contrario a cualquier pronóstico, el hombre desapareció de mi vista. Yo giré sobre mis talones hacia el lavabo de mujeres. Bajé deprisa mis jeans y metí mi mano dentro de mi tanga calada por mis propios líquidos. No sé si fue por mi libido en su máximo punto, pero no pude evitar correrme inmediatamente lo que me llenó de frustración por segunda vez en el día.

sábado, mayo 1

Chasco # 1


El cumpleaños de Fran era en tres días así que me fui a Massimo Dutti a comprarle algo. Aún no tenía en claro qué. Mientras miraba en el escaparate le vi. Normalmente los orientales no me dicen nada. Nunca había visto a ninguno que me hiciera subir la temperatura. Nunca hasta ese día.

Iba enfundado en un traje gris oscuro, su pelo, engominado y una mirada de infarto. No pude resistirme a verlo de cerca y entré. Me mostró corbatas, camisas, cinturones, chaquetas que nunca miré. Solo sus ojos vi. Sus ojos desnudándome, sus ojos penetrándome, sus ojos acariciando cada centímetro de mi anatomía.

Yo quería mirarlo, tocarlo, desnudarlo, sentir su cuerpo sobre el mío. Yo quería su sexo penetrándome, sus labios besándome. Yo quería una exhibición de kamasutra sobre aquella moqueta gris. Pero él solo se empeñaba en que yo sacara mi tarjeta de crédito y desapareciera, seguramente para irse corriendo al lavabo y acabar con el calor que le quemaba por dentro.